Peregrinando

Peregrino: Dicho de una persona: Que anda por tierras extrañas.

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Nombre: Tano
Ubicación: Las Condes, Santiago, Chile

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martes, septiembre 25, 2007

El África oficial y la otra.

Uno de los momentos más surrealistas que he vivido recientemente tuvo lugar en la capital de Burundi, Bujumbura, hace tres meses. Volvía yo a pie de un paseo por la orilla del Lago Tanganika, cuando al atravesar un barrio miserable y mientras me cruzaba con cinco chiquillos descalzos y andrajosos oí el potente relincho de un caballo. Mire hacia mi izquierda y vi tras un seto a varias señoras vestidas de amazona, con su gorra negra de visera, a lomos de briosos corceles. No sabia que en la capital del quinto país más pobre del mundo había un club de hípica.

En países donde la mayoría de sus habitantes sobreviven con menos de un dólar al día se encuentra uno a menudo con hoteles de cinco estrellas, restaurantes de lujo para atiborrarse de los manjares más exquisitos y clubes deportivos para quemar el exceso de calorías. Todo ello, claro esta, para una selecta minoría de diplomáticos, funcionarios de Naciones Unidas, gerentes de compañías multinacionales y los miembros de la elite local en el poder.

Lo malo es cuando se pretende dar la imagen de que este bienestar corresponde a la verdadera imagen del país, que se vende al exterior para dar buen nombre al gobierno que es incapaz de asegurar unas condiciones de vida mínimamente dignas para sus ciudadanos.

Me comentaba esto ayer el embajador saliente de Francia en Uganda, uno de los mejores diplomáticos que he conocido en los 19 años que llevo en este país. En mi ranking particular de embajadores, suelo dar más puntos a los que han visitado mas el norte de Uganda y han se han esforzado mas por atraer ayudas a los desplazados, presionar al gobierno ugandés para que encontrara una solución al conflicto e informar a los gobiernos que representan sobre la gravedad del problema. En esta lista, el señor Garancher se lleva el primer premio o el segundo, y el embajador –o embajadores- de España acreditado(s) en Nairobi, el último, ya que todos los que han pasado por aquí en los últimos 20 años se han esmerado en no visitar nunca el Norte de Uganda, y lo han conseguido.

"Carlos, en este país hay una diferencia enorme entre la Uganda oficial y la Uganda real, y lo bueno que tenéis los misioneros es que conocéis el África real porque vivís en ella". Esas fueron sus palabras de despedida de un hombre inteligente y honrado. Quien sabe si por hablar así de claro es una de las razones por las que solo ha durado dos años, tiempo en el que no obstante ha dejado huella.

Le entendí al instante. El África de los discursos oficiales es el de los hoteles, los carteles con caras sonrientes, las recepciones y los discursos de "todo esta progresando enormemente..." El África real es la del hombre que todos los días tiene que caminar dos horas para llegar a su trabajo porque con los 50 dólares que le pagan al mes no puede pagarse el ticket de la furgoneta abarrotada que le llevaría a su oficina. El África real es el de la madre que ve cómo sus niños se mueren por falta de medicinas, el de la viuda que no puede pagarse un bidón de agua potable o el de los campesinos que han perdido todo durante la guerra y a los que nadie compensará nunca.

En las raras ocasiones en que voy a una recepción en una embajada me siento raro, y cuando vuelvo a casa me despojo del traje en cuanto entro por la puerta, como si quisiera eliminar la culpabilidad que me acosa por haber estado en un sitio fuera del "África real". A pesar de todo, a veces en estos lugares se encuentra uno con gente lucida que se da cuenta de la diferencia, y están dispuestos a hacer algo para remediarla.

Además, el señor Garancher a pesar de sus 60 años, durante estos dos años ha acudido a su oficina de la embajada francesa en bicicleta, su gran pasión. Por esto, y por saber mirar a la realidad tal y como es, me merece un gran respeto.